A pesar de que tiene 62 años y padece diabetes, Rolando Pérez sale todos los días a las seis de la mañana a vender frutas en un vecindario donde no hay productos frescos.

"No me da miedo porque yo me trato de cuidar y yo no me pego mucho a la gente que viene", dijo Pérez.

A pesar de que según datos de la organización Street Vendor Project, cerca del 90% de los puestos ambulantes en la ciudad cerraron por el brote de COVID19, Rolando y su esposa Ana no han dejado ningún día de vender fruta en la esquina de Wyona y New Lots en East new York.

 

Rolando Pérez.

 

 

Dicen que quieren proveer con suministros frescos a los vecinos de un vecindario con pocas opciones saludables.

"Trato de tener lo mejor para la gente, tu miras los productos todos son frescos", agregó Pérez.

Para reducir los riesgos de contagio al máximo, los dos vendedores pusieron un plástico que evita que los clientes toquen los productos. Ellos mismo son los que les escogen la fruta o las verduras a los clientes.

"Tratamos de tener lo mejor posible con alcohol, guantes, la cabeza tapada, cubierta, el distanciamiento que es lo mejor que puede haber, entonces las personas no pueden tocar los productos solamente señalando qué es lo que ellos quieren", explicó Ana Pérez. 

Como medida de seguridad Rolando tomó la decisión de cerrar su puesto a las cinco de la tarde, a pesar de que a ese horario más personas caminan por estas calles lo cual podría representar más clientela pero el prefiere evitar conglomeraciones para disminuir al máximo el riesgo de contagio por coronavirus.

"Cuando baja la gente es el temor que tiene uno cerrar temprano e irse...Mejor mi salud, hicimos algo ya y suficiente", agregó Ana.

Sus ventas han bajado cerca de 40% durante esta pandemia y ahora enfrentan más retos porque les han subido el precio de los productos. 

"Yo antes hacía, 400, 500 pesos al día, lo más que me llevo a veces son 200, 250", dijo Rolando.

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